Por Carlos Enrique Cavelier:
Empecemos por entender que el desarrollo económico generalizado y el bienestar que conlleva para una población comienzan con la revolución industrial; y esta arranca con las inversiones para las fábricas, principalmente de telas, a finales del siglo XVIII. Antes, como lo documenta el historiador John Coatsworth, los ingresos promedio de las personas eran muy similares y estaban cerca del salario de subsistencia. Era el círculo vicioso de la pobreza, difícil de romper para lograr un beneficio generalizado de la población. La revolución industrial se considera la segunda gran transformación de la humanidad después del descubrimiento de la agricultura.
Es cierto que Roma era rica, que provenía de las conquistas y su coeficiente Gini se estima cercano al 0.4, bastante balanceado, aunque con élites ricas y esclavos y plebeyos pobres. Egipto, durante 3.000 años de apogeo, se basó en el gran descubrimiento/invento de la agricultura en el Nilo, probablemente con un Gini de 0.5, calculado por la academia. Venecia se hizo rica en el siglo XV comerciando, con Gini alto, alrededor de 0.69 (un coeficiente Gini de 0 indica que todos tienen la misma riqueza y uno de 1 indica que una sola persona posee toda la riqueza).
En nuestros días, cuando hemos pasado, en un poco más de un siglo, de 1.500 millones de personas a 9.000 millones, y de las primeras el 80% vivía bajo la línea de pobreza extrema y el 50% en pobreza, hoy solo hay 800 millones de personas en pobreza, un 9%. En 24 años, China sacó de la pobreza a 800 millones de personas, y la India se apresta a hacer lo propio. Colombia ha evolucionado en los últimos 30 años, alcanzando, antes de la pandemia, 17 millones de personas pobres, 35% de su población, que sigue siendo alto, pero representa una reducción del 20% en comparación con los niveles de 1990.
¿Y aquí en Chocó, en Cauca, en los departamentos pobres? Aquí, con la lupa en el presente y en las regiones, observamos que persisten los círculos viciosos de la pobreza, mientras que, en las ciudades grandes, con excepción de Cartagena, hay una evolución hacia el círculo virtuoso de la riqueza. La riqueza en una región es producto de la inversión, y la pobreza es la ausencia de todo: inversión, gente calificada, recursos naturales.
¿Cómo explicarlo técnicamente? Michael Porter ha afirmado, y parafraseo: “la decisión de una empresa, del tamaño que sea, de invertir en un lugar específico es un plebiscito de la administración y de sus accionistas de que allí están las mejores condiciones, comparado con otro lugar en la geografía que esté dentro del ámbito de la empresa”. Es decir, cuando se atrae una inversión a un país o a una región, por parte de un fondo financiero, una empresa o un ente multilateral o estatal, se trata de un proyecto ampliamente estudiado y los órganos de gobernanza. Y cuando se realiza, se genera riqueza para la empresa y para toda la comunidad a su alrededor.
La salida de Nestlé del Caquetá se debe seguro a muchos factores (como la PNS de Nariño); o cuando Danone dejó Colombia en 2017, o cuando la multinacional GE vendió su participación a Colpatria en 2011. Muchas veces, esas salidas son producto de decisiones generales de esos gigantes en la casa matriz, a veces relacionadas con dejar un negocio en general o una geografía en particular.
La decisión de invertir puede ser inicio del síndrome de riqueza si el proyecto resulta exitoso. Las personas entran o salen de ese círculo vicioso dependiendo de si tienen un salario y ahorran para construir un capital.
No hay duda: la inversión trae riqueza, es la versión técnica del dicho popular, de “plata llama a plata”, y puede romper el círculo vicioso de la pobreza.